Por fin, la montaña sagrada


Desde el último trimestre del año pasado, comencé a seguirle la pista a Alejandro Jodorowsky. Era una asignatura pendiente desde que fui a una función del documental Midnight Movies: From the Margin to the Mainstream (2005) en el Cinéma du Parc hace ya algún tiempo y me enteré de cómo una de sus películas había causado el fenómeno de cine de medianoche en Estados Unidos. Desde un estante del videoclub, tres de sus obras me llamaban. Así que me di a la aventura de ver sus películas. Primero, Fando y Lis (1968). Después El topo (1970). Más tarde, durante las vacaciones de Navidad, leí su libro El maestro y las magas (2005). Creo que todo eso fue una buena preparación para finalmente rentar el viernes pasado La montaña sagrada (1973). Después de verla dos veces, sólo puedo calificarla de obra maestra. Nada más. Cualquier otra palabra sería agregar muy poco a lo que ya se ha dicho desde los años setenta, década en la que casualmente nací.