Amistad y envidia con Mike Leigh


La reseña obliga tras inmolarse en lo que para muchos sería el altar del malinchismo. Luego de tanto desgarro de vestiduras nomás porque un trío de señores rucos e ingleses con un programa de autos deportivos (¿habrá que recalcar el tema central de la emisión de estos señores?) dijeron quién sabe qué cosas de los mexicanos y de que yo me volviera tan ciudadano canadiense como súbdito de doña Chabelita Segunda, me lanzo a ver una película más del Reino Unido. Qué traidor a la patria. Por otro lado, me equivoqué. Según yo, casi nada había escrito sobre el director británico Mike Leigh. Luego me acordé que no es así. Detrás de las nubes grises del olvido avizoré que sí, que ya antes de mi comentario de Happy-Go-Lucky (2008) había escrito un poco sobre su obra. Vengan entonces dos textos desenterrados del polvoso baúl de la columna “El bueno, el malo y el feo”, los dos sobre filmes de Leigh:

Mentiras desnudas
El director inglés Mike Leigh, precursor del género fílmico denominado surrealismo social, está siendo alabado por el Óscar con las diferentes nominaciones otorgadas a Secretos y mentiras. Quizá a este británico no le emocione tanto el cumplido después de ganar la Palma de Oro en Cannes el año pasado y de recibir, de dicho festival, el premio al mejor director en 1993. Como una feliz casualidad, el canal 22 de México exhibió, en días recientes, Al desnudo (Naked, 1993), cinta que le valiera tal reconocimiento.
Johnny (David Thewlis) es un filósofo andrajoso, caído en la misantropía y en la misoginia, que, al cabo de lastimar sexualmente a una de sus múltiples parejas, escapa de Manchester para no ser golpeado y se refugia en el departamento londinense de Louise (Lesley Sharp), una ex novia. Acto seguido, el espectador y Johnny vagarán juntos por las hostiles calles alternando con todo tipo de seres: drogadictos, escoceses neuróticos, veladores, mujeres exhibicionistas, choferes, contaminadores visuales, sádicos violadores, jóvenes traumatizadas y hasta perfeccionistas. Estos personajes, sin excepción, son sombras solitarias y fantasmas perdidos. Son, para sí, anodinos y simples, peleles en su realidad. Pero, atravesando la barrera impuesta por la pantalla, se vuelven extraordinarios y entrañables para nosotros. Nuestro repugnante antihéroe, Johnny, a pesar de sus insultos y de su irónica careta, es un hombre sensible y pensante con una ideología propia sobre la sociedad, la teología y el fin del mundo. La escena con mayor impacto no trae integrados golpes, coitos o insultos. Su fuerza estriba en el poder de convencimiento que Johnny utiliza contra el velador Brian (Peter Wight), enumerándole uno a uno los signos de un apocalipsis moderno, para demostrarle su insignificancia. La impresionante actuación de Thewlis, rebajado actualmente a papeles secundarios y en películas tan comerciales como Corazón de dragón o La isla del doctor Moreau, agradó hasta a los jurados de Cannes ya que le concedieron el premio de interpretación masculina ese año. Al desnudo, por el movimiento caótico de su cámara, termina mareando, alterando los sentidos y grabando en la mente el paso de un complejo personaje, Johnny, y la supremacía de una sola escena. Ansiando el conocimiento de sus Secretos y mentiras, diremos que este intento de Mike Leigh, es de los buenos y desafiantes.

Asuntos familiares
Un año y medio después de ganar la Palma de Oro en el festival internacional de Cannes, Secretos y mentiras (Secrets & Lies, 1996) llegó a las carteleras de este desierto. Tanto tardó que ya hubo otra edición del certamen, la quincuagésima, y el realizador inglés Mike Leigh ya terminó otro filme: Career Girls (1997). Al desnudo fue sólo un destello de la habilidad de Leigh, famoso por no utilizar guión y permitir que sus actores improvisen.
Secretos y mentiras cuenta tres historias distintas tendientes a la fusión y sin dar paso a sensiblerías o esnobismos. Cynthia Purley (Brenda Blethyn) es una mujer cuarentona, ordinaria y soltera la cual sufre los malos tratos de su malencarada hija Roxanne (Claire Rushbrook). Maurice Purley (Timothy Spall) es un obeso fotógrafo de estudio casado con la codiciosa Mónica (Phyllis Logan), sin hijos y alejado de su hermana. Hortense (Marianne Jean-Baptiste) es una joven optometrista negra que, luego de la muerte de su madre adoptiva, descubre el color de piel de su verdadera progenitora (blanco) y su apellido (Purley). Una reunión con tales seres en ningún momento será silenciosa.
La solidez de Secretos y mentiras nace de su simpleza. El bajo presupuesto no le resta impacto, profundidad o interés. Los personajes presentados por el director, como en Al desnudo, no necesitan ser –atención, Anthony Minghella— enfermeras en el campo de batalla ni esposas de cartógrafos ni aristócratas húngaros para conmoverse con ellos. Al contrario, son reales, con trabajos comunes y sin ínfulas intelectualoides. Por lo mismo, por su carácter cotidiano, logran la simpatía del espectador aunque estén aparentemente ilesos, en su físico y en su alma. La tragedia que viven es interna. La soledad los cubre de distintas formas: Hortense por perder a su madre adoptiva, Cynthia por no tener una relación estable con Roxanne, Maurice y Mónica por la falta de hijos. El aislamiento doloroso los hace familiares y cercanos al individuo promedio. Eso se debe, en gran parte, a las impresionantes actuaciones de todo el reparto: hombres y mujeres que, como ya se dijo, no estuvieron condicionados a unas líneas sino a los sentimientos deseados por el cineasta. Los secretos y las mentiras, como diría Maurice, crecen dentro de ellos como una gangrena matándoles la capacidad de compartir. El engaño se convierte en verdad, y viceversa, en nombre de la armonía y de lo aparente. Brenda Blethyn, también premiada en Cannes por su brillante trabajo, lleva a los extremos la representación de una mujer hipersensible, parlanchina y llorona. Marianne Jean-Baptiste, por otro lado, atenúa los pucheros de Cynthia trayendo consigo la paz y el equilibrio. Entre ellas se encuentra Timothy Spall como Maurice, el fotógrafo bonachón que, con su angustioso grito, viene a conciliar a las mujeres amadas: su hermana, su esposa y su sobrina. Con ellos es posible llorar y reír al mismo tiempo. Leigh no permite que su obra se convierta en telenovela. Las cuestiones raciales del american way of life son expulsadas. El argumento está situado en Inglaterra, no en Estados Unidos. De hecho, aparte de Maurice, Hortense es el personaje más calmado y exitoso. Dentro del aspecto técnico destacan el adecuado ritmo narrativo –agilidad en lo accidental y parsimonia en lo esencial— y los lastimeros violines como banda sonora.
Por fin, una de las mejores cintas del año pisó tierras laguneras. Ahora sí valió la pena esperar. Aunque su vida en cartelera tal vez sea tan corta como la de Los Ángeles al desnudo (a lo mucho una o dos semanas), Secretos y mentiras es una profunda experiencia de la emoción y una excelente película. El paciente inglés se puede quedar con sus paisajes, sus amores prohibidos, su guerra mundial y sus monigotitos de oro.

Y ahora lo nuevo. De acuerdo con el crítico (sí, también tan inglés como los ñores de Top Gear) Mark Kermode, la nueva cinta de Mike Leigh Another Year (2010) era su favorita para ganar la Palma de Oro en Cannes el año pasado. Por lo regular confío en el criterio de Kermode. Aunque no siempre estoy de acuerdo con él. Me doy cuenta también de que este crítico no está exento de las trampas del nacionalismo porque precisamente el viernes en su programa radiofónico de la BBC recomendó Never Let Me Go (2010), cinta británica con Carey Mulligan, Andrew Garfield y Keira Knightley que, por cierto, a mí me aburrió terriblemente. En esta ocasión, tratándose de Leigh y con una recomendación de hace semanas de Kermode, fui a ver Another Year.
La cinta abre con el rostro triste y deprimido de Janet (Imelda Staunton, quien fuera Vera Drake también con Leigh y en las de Harry Potter, la sádica profesora Dolores Umbridge). Janet es una mujer de mediana edad que sufre de insomnio y a la que su doctora envía con Gerri (Ruth Sheen), una psicóloga que a su vez está casada con Tom (Jim Broadbent), un geólogo. La cinta pronto se olvidará de la pobre Janet y se centrará en este matrimonio. Gerri y Tom son una pareja ya entrada en años que por lo visto no han dejado apagar el amor que se profesan y, a pesar del tiempo, siguen tomando la vida con humor y una actitud positiva. En su casa se ven rodeados por varios amigos y, en ocasiones, también reciben la visita de su único hijo, Joe (Oliver Maltman). Entre los conocidos que frecuentan la casa del matrimonio se encuentra Mary (Lesley Manville), una colega de Gerri y mujer de mediana edad no muy diferente a Janet que, aunque aparenta lo contrario, ya no le encuentra mucho sabor a la vida tras varios fracasos amorosos a causa de los cuales no en pocas ocasiones se ahoga en el alcohol. Estructurada en cuatro fragmentos titulados cada uno con el nombre de una estación del año, Another Year presenta a personajes que en primera instancia pudieran semejar ser antitéticos. Por un lado está la luminosidad irradiada por Gerri y Tom, siempre listos para recibir con amabilidad a sus invitados con una comida deliciosa y buen vino, siempre generosos pero contundentes al serles requerido algún consejo. Por otro, la personalidad burbujeante de Mary, resplandor sin fondo natural que pronto se irá extinguiendo conforme pasen las estaciones para mostrar el semblante de una mujer desesperada y alcohólica en busca del amor. Mary se verá en el espejo de sus amigos y no le agradará el reflejo. Serán tales sus ansias de encontrar a un compañero, que buscará incluso una oportunidad con Oliver —a quien conoce desde los diez años— para luego saborear la amarga decepción cuando él aparezca en casa de sus padres con una novia llamada Katie (Karina Fernández). En muchos sentidos, Another Year es un tratado acerca de la amistad; pero también de la envidia que surge con ella, de cómo se anhela tener la vida “ideal” —casa, dinero, amor— de los otros. También de cómo algunas personas necesitan rodearse de miseria para no verla en sí mismos. Es así como el foco de la historia vuelve a desplazarse. Esta vez, del hogar apacible de Gerri y Tom a la soledad de Mary dándole así énfasis a la extraordinaria actuación de Lesley Manville, actuación que sin embargo no salva al filme de naufragar en su último fragmento, el del invierno. Cuando muera la cuñada de Tom y entre a escena su hermano Ronnie (David Bradley), cuando Mary y Ronnie se encuentren en casa del matrimonio y tengan una reunión exclusiva para deprimidos, el filme se irá al traste por su monotonía. De esta forma, debo decir que disfruté bastante durante una hora y media, tiempo en que había un balance entre la felicidad y la depresión de los personajes. En el último segmento ya no lo hay. Los silencios son mucho más largos y uno espera minuto tras minuto mirando a los dos deprimidos con el anhelo de que pronto aparezcan Gerri y Tom. Cuando lo hacen, veremos un lado no tan amable de la pareja. En esta ocasión, Leigh le pide demasiada paciencia —más de la acostumbrada— al espectador. Esto no es Secretos y mentiras. Sin embargo, Another Year ha sido nominada al premio Óscar por mejor guión original y, a pesar de haber sido obviada por los gringos, sus compatriotas sí tomaron en cuenta a Lesley Manville. Ella está nominada para el premio BAFTA de mejor actriz en un rol secundario.

Aquí dejo algunos enlaces para atascarse de los ingleses y la BBC.
El avance de Another Year: http://www.youtube.com/watch?v=ilv0aVRJPps
La reseña de Mark Kermode: http://www.youtube.com/watch?v=mVsV_CfaUWI
En la misma emisión radiofónica de Kermode y Simon Mayo, Lesley Manville habla del "método Mike Leigh": http://www.youtube.com/watch?v=OlUlBa8o-oc